La Fierecilla y el Highlander es 3º libro de la serie Highlands de Lynsay Sands.
Este es el último libro de esta serie, y como los dos anteriores te engancha desde el principio.
Lo interesante de estos libros es que son correlativos, y sabes lo que les ha ocurrido a los anteriores protagonistas.
En este libro los protagonistas son Kade Stewart (hermano de Merry) y Lady Averill Mortagne.
Will Mortagne llega de las Cruzadas acompañado de su amigo escoces Kade Stewart, el cual esta herido. Averill se ocupa de él. Mientras se encuentra inconsciente ella le va contando historias de su infancia, y lo desgraciada que se siente porque todos los pretendientes que su padre le presentan la miran con desaprobación por su cabello pelirrojo, su tartamudeo y una marca de nacimiento que tiene en la cara. Sus únicos momentos de paz son los que pasa con Kade, hasta que se despierta. Al principio no puede verla, solo ve borroso. No sabe donde se encuentra pero por el acento ingles de la mujer, sabe que no se encuentra en el Castillo Stewart.
Como en los anteriores libros os dejo un trocito de él. Espero que os animes a leerlos de verdad que son muy divertidos.
—Ya le dije a padre que no se hiciera demasiadas ilusiones, que no creía que lord de Montfault estuviera dispuesto a aceptarme como novia, pero no me escuchó.
Kade oyó aquellas palabras mientras se despertaba y abría lentamente los ojos.
Se encontró mirando lo que debían ser las colgaduras estampadas de una larga cama. El material parecía bastante oscuro, pero la habitación también parecía estar a oscuras, únicamente iluminada por el parpadeo de las llamas del fuego que danzaban por toda la habitación dibujando luces y sombras.
Kade dedujo que debía ser de noche, y que estaba… en alguna parte. No estaba seguro de dónde exactamente. Tenía la esperanza de que fuese el castillo Stewart, el hogar de su clan en Escocia, pero la mujer que había hablado tenía un acento inglés bien definido como Kade notó cuando ella continuó.
—¡Ay! Padre simplemente no ve lo que otros ven cuando me miran.
Aquellas palabras fueron dichas con una combinación de exasperación y tristeza que atrajo sus curiosos ojos hasta la borrosa figura sentada junto a la cama, una mujer, sin duda. No es que pudiera verla lo suficientemente bien como para estar seguro, pero la voz era sin duda femenina, suave y con un toque ronco. Era tranquilizadora y le gustaba bastante escucharla, lo que era algo bueno ya que parecía que le estaba hablando a él. Por lo menos, no había nadie más en la habitación a quien pudiera dirigirse.
—Me temo que me ve a través de los ojos de un padre y simplemente no se da cuenta de lo fea y poco atractiva que soy. Supongo que todos los padres creen que sus hijas son adorables. Algo que es bonito y está bien, pero a veces también desearía que me viese como soy realmente. Quizás así no se tomaría tan a pecho los rechazos. Odio decepcionarlo.
Kade cerró los ojos un momento, esperando que su visión se aclarara lo suficiente para ver el rostro de la joven, pero se encontraba tan bien y tranquilo al haberlos cerrado que se sintió poco dispuesto a volver a abrirlos. Decidiendo que los dejaría cerrados por el momento, se quedó quieto y simplemente la escuchó hablar, dejando que su voz se deslizase sobre él como un dulce bálsamo.

No hay comentarios:
Publicar un comentario