TITULO ORIGINAL: Love Is Blind
AUTORA: Lynsay Sands
GENERO: Histórico, comedia romántica. PROTAGONISTAS: Adrian Montfort y lady Clarissa Crambray
CONTEXTO : Inglaterra, 1720
ARGUMENTO:
DECLARADA CALAMIDAD PARA LA HUMANIDAD ¡
La
sociedad londinense a declarado a lady Clarissa Crambray un peligro para la
humanidad. Y le han provisto un apodo que ella no desconoce : CALAMITOSA
CLARISSA.
Todos
están a la expectativa del próximo incidente- accidente que la joven va a
provocar. Para su resguardo físico todos dan un paso atrás y alejan todo objeto
que se derramable, inflamable, rompible, filoso, puntiagudo o susceptible de
causar un accidente.
VER
O NO VER... ESA ES LA CUESTION
Adrian
Montfort, el conde de Mowbray, sabía que la bella lady Clarissa Crambray podría ser peligrosa.
Ella era, en verdad , un desafío. Pero era exactamente el desafío que él necesitaba …
MAS ALLÁ DE LO QUE LOS OJOS PUEDEN VER ...
Clarissa
siempre había deseado tener un novio, pero su madrastra quería más todavía quería que ella encontrase alguien dispuesto
a casarse con ella. Clarissa coincidía con el hecho que los anteojos escondían la belleza de su
rostro, pero si ella siguiese el consejo de su madrastra y no los usase, cómo
diablos iba a ver a los candidatos?
Ya
había causado suficientes desastres con su deficiencia visual y encima se había ganado un apodo infame en
los círculos sociales en que se mueve. Todos los posibles
pretendientes parecían salir corriendo
cuando se acercaba “LA CALAMITOSA” Clarissa… Hasta que de repente
apareció un caballero dispuesto a bailar con ella. Un hombre elegante,
atractivo y misterioso… Y Clarissa irá tanteando y
tropezando… para encontrar el amor!
Como todas las protagonistas de las libros de Lynsay Sands, Clarissa es una joven dulce y con un gran corazón, no se dejara llevar por los comentarios de la gente, y solo le importa encontrar el amor sin importarle el físico de su pretendiente. Es una historia que se lee muy rápida y que os hará pasar un rato muy entretenido.
Os dejo un fragmento del libro:
—
El amor es fiebre que arde… en mi sangre.
Clarissa
Crambray no contuvo una expresión de desagrado cuando estas palabras hicieron eco en el aire. Sinceramente, ese
era el peor poema declamado por lord Prudhomme desde que había llegado a la
residencia urbana de su padre una hora antes.
Dios! Hacia solamente una hora? Parecía que ese
hombre de edad había estado allí hacia días. Él entrara sacudiendo un libro y
le había avisado triunfante que en vez de su paseo habitual, leería para ella.
A
Clarissa, de hecho , eso le gustaría mucho
ya si la lectura fuese algo interesante y no esas palabras trilladas
y babosas. Y le gustaría todavía más si él no actuase como si
le estuviese haciendo un favor.
Ella
sabía muy bien la razón para ese súbita
cambio de planes. Forzándola a permanecer quieta y sentada mientras leía
en voz alta, él sólo tenía un objetivo : evitar desastres. Parecía que
hasta el viejo y solidario Prudhomme se estaba
cansando de sus continuos accidentes.
No
podía culparlo, él había sido extremamente tolerante hasta entonces, casi un
santo.
Ciertamente,
había demostrado más comprensión y coraje que sus otros pretendientes. Parecía
aceptar y perdonar todas las veces que ella confundía sus gruesos muslos con la
mesa de té y le apoyaba cosas sobre ellos; esbozaba una sonrisa lastimosa al recibir los pisotones en sus
pies cuando bailaban ; y soportaba con gallardía sus constantes tropiezos y
caídas cuando salían para una caminata en el parque.
Por
lo menos , era lo que parecía, pero aparentemente hoy había descubierto un modo
de escapar a todo eso . Una lástima que la elección de la lectura
dejase muy que desear. Clarissa habría preferido hacer el papel de estúpida en
el parque o caerse de cara en una torta antes que estar oyendo esas tonterías
sin sentido.
— Mi imaginación gana las alas de un pájaro.
La
voz de Prudhomme temblaba de pasión, o tal vez apenas de lujuria, Clarissa no
sabría decirlo. La verdad era que ese hombre tenía edad para ser su abuelo.
Desgraciadamente
, eso poco importaba para Lydia. Su madrastra le había prometido a John
Crambray que arreglaría un buen matrimonio
para su hija antes que ambos muriesen.
Hasta
el momento, ellos no parecían correr ningún riesgo. Ella, sin embargo, estaba
en peligro inminente de encontrarse
casada con el caballero anciano arrodillado a sus pies quien, con sus brazos erguidos, clamaba su amor eterno. Dios
santo! Ese un hombre no iba a poder ponerse de pie con su reuma...
Prudhomme
era uno de los pocos pretendientes que todavía
la cortejaban.
—
Juro mi… mi… lady Clarissa — Prudhomme interrumpió lo que iba a decir. — Por favor, aproxima más
la vela. No puedo leer esta palabra.
Clarissa
suspiró de aburrimiento y miró de reojo al pretendiente. En su visión nublada,
la cara de Prudhomme era un borrón redondo y rosado, coronado por una nube de
cabello plateado.
—
La vela, muchacha — dijo él con impaciencia, la irritación reemplazando por un
momento todo el encanto de su
pretendiente.
Clarissa
extendió el brazo sobre la mesa a su
lado, tomó el candelabro y lo sujetó más
cerca de él.
— Mucho mejor ahora — dijo Prudhomme
satisfecho. — Dónde estabamos? Oh, si. Juro mi perenne…
El hizo una nueva pausa y olisqueó el aire.
—
No sientes un olor a quemado?
Clarissa
aspiró el aire delicadamente. Comenzó a abrir la boca para decir que si, pero
antes que pronunciase cualquier palabra, Prudhomme soltó un grito.
Saltando
hacia atrás por la sorpresa, ella
observó con asombro al hombre levantarse
ágilmente y comenzar a saltar por la sala, levantando los brazos como un
demente y golpeando con sus manos su propia cabeza.
Al
principio, Clarissa no logró entender lo que estaba sucediendo hasta que lo vio
arrancar de su cabeza lo que le parecía una mancha blanca, que otra cosa podía ser mas
que una peluca que él empezó a pisotear con ferocidad . Ella se dio
cuenta entonces de que tal vez hubiese
sostenido el candelabro demasiado cerca
de la cabeza de él y que había prendido fuego su peluca.
—
Ah, mi querido lord . — Clarissa bajó el candelabro, sin soltarlo hasta
asegurarse que lo estaba apoyado bien sobre la mesa. Con la visión disminuida y el
sentido de la distancia comprometido,
ella casi derribó al hombrecito al
saltar de la silla para ayudarlo.
—
Apártate de mí ! — él gritó, empujándola.
Clarissa
cayó sentada en la silla nuevamente y lo
miró irritada; luego volteó la cabeza
por haber oído un ruido en la puerta.
Todos
los criados de la casa habían oído los gritos y habían corrido a la sala. Era claro que su madrastra
también estaba allá.
Sin
los anteojos, Clarissa lograba
distinguir si la miraban con pena o
reprensión, pero no era necesario mirar a Prudhomme para adivinar lo que estaba
pensando. Su rabia había ganado el dominio de su cuerpo y
sus ojos casi podían tocarla a través de los pocos metros que los
separaban.
Prudhomme
estaba tan enojado que sus palabras se sobreponían unas con otras, haciéndose
casi incomprensibles. Clarissa logró
comprender algunas, como “idiota, torpe”, “calamitosa” , “ peligro para la
sociedad” y “atentado a la humanidad” ; de repente, él levantó el brazo y
avanzó en su dirección. Ella se congeló, temiendo que él fuese a agredirla.
Afortunadamente,
los presentes sospecharon que él estaba perdiendo el control y aproximarse on.
En el momento en que Prudhomme iba a
darle una bofetada, fue detenido por varias personas.
Mientras
forcejeaban delante de ella, Clarissa
sólo veía una difusa confusión de personas y colores. Pero escuchó , los
insultos de Prudhomme y un gemido que le pareció ser de Foulkes, el mayordomo.
Las palabrotas continuaron mientras que un borrón de bultos coloridos comenzaba
a salir por la puerta.
—
Qué vergüenza, Prudhomme! — exclamó Lydia, con su voz bastante alterada al seguir
a los demás hasta la puerta, agregando
después en tono ansioso:
-
Espero que tan pronto se haya calmado, pueda perdonar a Clarissa .
Estoy
segura que ella no tuvo la menor intención de quemarle
la peluca.
Clarissa
se hundió en la silla con un suspiro de disgusto. No podía creer que su
madrastra todavía esperase casarla con ese hombre. Pero debería saber muy
bien que Lydia no desistiría de su
objetivo.
—
Clarissa!
Enderezándose
rápidamente , Clarissa se volvió en dirección a la puerta y vio el bulto color
lila de Lydia entrar y cerrar con un golpe la puerta.
—
Cómo le hiciste algo así ?







