viernes, 10 de junio de 2016

One Lucky Vampiro.

                                                                           
 One Lucky vampiro. (Familia Argeneau)

Libro 19.

Argumento:
La suerte esta con el Vampiro esta noche...
Cuando Nicole Phillips accedió a contratar a un ama de llaves, ella esperaba a alguien desaliñado y ciertamente más femenina. En cambio, ella obtiene al magnífico y sin lugar a duda masculino, Jake Colson. El hombre prueba ser indispensable en la cocina - y en otros lados. Excepto que Jake puede no ser humano en absoluto. ... y cada noche.

¿Quién no quisiera ser un alto, oscuro y poderoso vampiro? Jake, el único. Él apenas se está ajustando a su nuevo estado antes de que él concuerde en entrar en un favor familiar. Ahora, ser el guardaespaldas en incógnito de la dulce y sexi Nicole está resultando ser la experiencia más alocada de su vida. Primero él debe parar a quien intenta asesinarla. Y luego, debe probar que este tipo de amor, y suerte, sólo ocurre una vez en la eternidad.

En este libro vais a descubrir quien es Jake Colson, como todos los anteriores es bastante divertido y lo pasareis muy bien leyéndolo. No he querido traducir el titulo porque la palabra Lucky no tiene traducción, yo hubiese traducido el libro como Un Vampiro ama de lleves.
porque si lo leéis os daréis cuenta que es eso lo que es Jake Colson,

Ultimo día de esta asignación.
Jake asintió silenciosamente, pero no miró a Dan Shephard, el hombre rubio a su lado y su compañero de este trabajo. En cambio, los ojos de Jake se deslizaban afanosamente sobre la multitud que se había congregado alrededor de la entrada del hotel donde su cliente estaba respondiendo preguntas. Se suponía que, como un impulso del momento, su cliente se había detenido para responder a algunas de las muchas preguntas disparadas por la prensa que siempre lo seguía en visitas como ésta. Se suponía que eso le haría parecer más accesible y menos el dictador peligroso que era.
Pero nada de esto era improvisado. Le habían dicho a Jake, Dan y al resto del equipo de seguridad que iba a pararse y responder preguntas, y que no le debían apresurar hacia su vehículo y llevárselo lejos como sería la norma. En cambio debían dejarle ―hacer su cosa‖ y sólo mantener los ojos abiertos a problemas. Jake estaba haciendo precisamente eso, mantener los ojos abiertos, en busca de cualquier posible amenaza.
—Maldita sea, menos mal que casi ha terminado —añadió Dan sombríamente—. Un día más de velar por este arrogante gilipollas exigente y podría tener la tentación de matarlo yo mismo.
Ese comentario hizo contraer la boca de Jake con diversión. Su cliente era sin duda un bastardo arrogante, molesto y exigente. Pero entonces, ¿qué más se puede esperar de un dictador extranjero? Además, trabajar como profesional de protección en Ottawa significaba que muchas de las personas que le eran enviadas para proteger eran arrogantes, exigentes o molestas. Al menos por fuera. Algunos eran diferentes por dentro y sólo actuaban por miedo o estrés, pero no todos. Este cliente era tan arrogante, exigente y molesto por dentro como lo era por fuera. Sin embargo, habían sido contratados para hacer un trabajo y no podían gustar de cada cliente, pensó filosóficamente.
—Vuela a las ocho, ¿no? ¿Entonces habremos terminado? —preguntó Dan.
Jake asintió, pero sus ojos se habían estrechado en un hombre de la multitud que llevaba una gorra de béisbol y una chaqueta de jean. También estaba mirando a su cliente. Por supuesto, la mayoría de las personas allí lo hacían, pero había algo en el muchacho de la gorra que levantaba las alarmas en la cabeza de Jake.
—Cuatro horas más, entonces —murmuró Dan, mirando su reloj de pulsera—. Cuatro horas más... y contando —agregó secamente—. ¿Quieres ir a tomar algo después? Sé que necesito un trago después de una semana con este bastar… ¿a dónde vas?
Jake oyó la pregunta, pero no se detuvo a contestar. Se apresuraba a través de la multitud hacia el muchacho de la gorra, cada músculo de su cuerpo tenso para llegar a tiempo cuando el hombre sacó una pistola de la cintura en la parte trasera de sus pantalones y comenzó a dirigirla a su cliente.
—Eso fue un infierno de captura —dijo Dan, palmeando a Jake en la espalda seis horas más tarde, mientras salían de las oficinas de Protection One’s y se acercaban a los ascensores. Sus cuatro horas de trabajo se habían convertido en seis gracias a la detención y aprehensión del asesino de la gorra de béisbol de Jake.
Primero habían tenido que hacerle frente a la policía y a todas sus preguntas y luego habían tenido que ir con su jefe, Hank Latham, por lo que había ocurrido.
Ahora por fin salían del trabajo, dos horas más tarde de lo esperado.
—No sé cómo lo hiciste —continuó Dan, sacudiendo la cabeza mientras las puertas del ascensor se abrían y ellos entraban a bordo—. Diablos, ni siquiera noté al chico como un problema, y te aseguro que no podría haberme movido tan rápido como tú lo hiciste. Volaste a través de esa multitud.
—Adrenalina —murmuró Jake, mirando su reloj.
—Tienes que amar la adrenalina —comentó Dan, dándole una palmada de nuevo cuando Jake apretó el botón a la planta principal. Cuando las puertas se cerraron, él comentó—; así que tenemos un par de días antes de la próxima asignación. ¿Quieres ir a tomar algo para celebrar?
—No puedo. He quedado con alguien para cenar y ya llego tarde —dijo Jake, recostándose contra la pared del ascensor y cruzando los brazos. Lamentaba realmente tener que declinar. Le gustaba Dan, era un buen tipo, pero Jake no era un gran bebedor. El alcohol hacía poco por él.

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