One Lucky vampiro. (Familia Argeneau)
Libro 19.
Argumento:
La suerte
esta con el Vampiro esta noche...
Cuando
Nicole Phillips accedió a contratar a un ama de llaves, ella esperaba a alguien
desaliñado y ciertamente más femenina. En cambio, ella obtiene al magnífico y
sin lugar a duda masculino, Jake Colson. El hombre prueba ser indispensable en
la cocina - y en otros lados. Excepto que Jake puede no ser humano en absoluto.
... y cada noche.
¿Quién no
quisiera ser un alto, oscuro y poderoso vampiro? Jake, el único. Él apenas se
está ajustando a su nuevo estado antes de que él concuerde en entrar en un
favor familiar. Ahora, ser el guardaespaldas en incógnito de la dulce y sexi
Nicole está resultando ser la experiencia más alocada de su vida. Primero él
debe parar a quien intenta asesinarla. Y luego, debe probar que este tipo de
amor, y suerte, sólo ocurre una vez en la eternidad.
En este libro vais a descubrir quien es Jake Colson, como todos los anteriores es bastante divertido y lo pasareis muy bien leyéndolo. No he querido traducir el titulo porque la palabra Lucky no tiene traducción, yo hubiese traducido el libro como Un Vampiro ama de lleves.
porque si lo leéis os daréis cuenta que es eso lo que es Jake Colson,
Ultimo día
de esta asignación.
Jake asintió
silenciosamente, pero no miró a Dan Shephard, el hombre rubio a su lado y su
compañero de este trabajo. En cambio, los ojos de Jake se deslizaban afanosamente
sobre la multitud que se había congregado alrededor de la entrada del hotel
donde su cliente estaba respondiendo preguntas. Se suponía que, como un impulso
del momento, su cliente se había detenido para responder a algunas de las
muchas preguntas disparadas por la prensa que siempre lo seguía en visitas como
ésta. Se suponía que eso le haría parecer más accesible y menos el dictador peligroso
que era.
Pero nada de
esto era improvisado. Le habían dicho a Jake, Dan y al resto del equipo de
seguridad que iba a pararse y responder preguntas, y que no le debían apresurar
hacia su vehículo y llevárselo lejos como sería la norma. En cambio debían
dejarle ―hacer su cosa‖ y sólo mantener los ojos abiertos a problemas. Jake estaba
haciendo precisamente eso, mantener los ojos abiertos, en busca de cualquier
posible amenaza.
—Maldita
sea, menos mal que casi ha terminado —añadió Dan sombríamente—. Un día más de
velar por este arrogante gilipollas exigente y podría tener la tentación de
matarlo yo mismo.
Ese
comentario hizo contraer la boca de Jake con diversión. Su cliente era sin duda
un bastardo arrogante, molesto y exigente. Pero entonces, ¿qué más se puede esperar
de un dictador extranjero? Además, trabajar como profesional de protección en
Ottawa significaba que muchas de las personas que le eran enviadas para
proteger eran arrogantes, exigentes o molestas. Al menos por fuera. Algunos eran
diferentes por dentro y sólo actuaban por miedo o estrés, pero no todos. Este cliente
era tan arrogante, exigente y molesto por dentro como lo era por fuera. Sin embargo,
habían sido contratados para hacer un trabajo y no podían gustar de cada
cliente, pensó filosóficamente.
—Vuela a las
ocho, ¿no? ¿Entonces habremos terminado? —preguntó Dan.
Jake asintió, pero sus ojos se habían estrechado en un hombre
de la multitud que llevaba una gorra de béisbol y una chaqueta de jean. También
estaba mirando a su cliente. Por supuesto, la mayoría de las personas allí lo
hacían, pero había algo en el muchacho de la gorra que levantaba las alarmas en
la cabeza de Jake.
—Cuatro horas más, entonces —murmuró Dan, mirando su reloj de
pulsera—. Cuatro horas más... y contando —agregó secamente—. ¿Quieres ir a tomar
algo después? Sé que necesito un trago después de una semana con este bastar…
¿a dónde vas?
Jake oyó la pregunta, pero no se detuvo a contestar. Se
apresuraba a través de la multitud hacia el muchacho de la gorra, cada músculo
de su cuerpo tenso para llegar a tiempo cuando el hombre sacó una pistola de la
cintura en la parte trasera de sus pantalones y comenzó a dirigirla a su
cliente.
—Eso fue un infierno de captura —dijo Dan, palmeando a Jake
en la espalda seis horas más tarde, mientras salían de las oficinas de
Protection One’s y se acercaban a los ascensores. Sus cuatro horas de trabajo
se habían convertido en seis gracias a la detención y aprehensión del asesino
de la gorra de béisbol de Jake.
Primero habían tenido que hacerle frente a la policía y a
todas sus preguntas y luego habían tenido que ir con su jefe, Hank Latham, por
lo que había ocurrido.
Ahora por fin salían del trabajo, dos horas más tarde de lo
esperado.
—No sé cómo lo hiciste —continuó Dan, sacudiendo la cabeza
mientras las puertas del ascensor se abrían y ellos entraban a bordo—. Diablos,
ni siquiera noté al chico como un problema, y te aseguro que no podría haberme
movido tan rápido como tú lo hiciste. Volaste a través de esa multitud.
—Adrenalina —murmuró Jake, mirando su reloj.
—Tienes que amar la adrenalina —comentó Dan, dándole una
palmada de nuevo cuando Jake apretó el botón a la planta principal. Cuando las
puertas se cerraron, él comentó—; así que tenemos un par de días antes de la
próxima asignación. ¿Quieres ir a tomar algo para celebrar?
—No puedo. He quedado con alguien para cenar y ya llego tarde
—dijo Jake, recostándose contra la pared del ascensor y cruzando los brazos.
Lamentaba realmente tener que declinar. Le gustaba Dan, era un buen tipo, pero
Jake no era un gran bebedor. El alcohol hacía poco por él.

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