viernes, 3 de junio de 2016

Bajo la luna. (Under a Vampire Moon)

                                                           
     Bajo la luna (Familia Argeneau)

    Libro 16º.

    Argumento:
     Cuando los vampiros se van de vacaciones…
Tras escapar de un matrimonio horrible, Carolyn Connor no tiene deseos de pensar en los hombres; un juramento que está decidida a mantener mientras esté de vacaciones en St. Lucia. Se bañará y tomará el sol del Caribe y montones de cócteles tropicales con esas sombrillitas tan monas junto a la piscina. No necesita compañía masculina, para nada, por muy bronceado y musculoso que sea el cuerpo del tío.
Pero entonces Carolyn conoce a la encantadora Marguerite Argeneau, que  no goza de buena fama entre su familia por sus poderes de casamentera…
Christian Notte ha conocido bien el poder de encontrar a su compañera. Ya ha visto a muchos de sus parientes Argeneau caer en la trampa, pero nunca imaginó que se enamoraría… hasta que conoce a la fascinante, encantador amente voluble y mortal Carolyn. Pero ¿cómo revelar lo que es y convencerla de que esta mortal para que confíe en él de corazón… y para toda la eternidad?             

Como todos los anteriores es divertido y ocurre muchos enredos que nos hacen reír. Y como siempre os dejo un fragmento para que os intrigue y lleguéis a leerlo.

Carolyn miró instintivamente por encima de su hombro para ver a una pareja dejar una mesa del piso inferior con vistas a la playa. Entonces, giró su mirada de vuelta cuando la última palabra de Bethany se hundió en ella, pero Beth ya estaba fuera de su taburete y abriéndose camino a través de la multitud en dirección a los baños que estaban entre el bar/restaurante al aire libre y el elegante comedor de al lado.
—Llevaré sus bebidas, — anunció el camarero, recogiendo las dos copas llenas y llevándolas. Cuando empezó a dar la vuelta alrededor de la barra, ella se puso de pie, pensando que reclamaría la mesa, pero si Beth tardaba más de un par de momentos, iría a ver cómo estaba.
Carolyn comenzó a caminar, pero se mordió el labio cuando el cuarto se movió un poco a su alrededor. Parecía que el tequila ya la golpeaba. Genial, pensó, siguiendo cuidadosamente al camarero que se abría camino a través de la multitud.
Cuando se detuvo de repente, echó un vistazo sobre su hombro para ver que una pareja se había acercado a la mesa por la dirección opuesta.
—Está bien, — dijo Carolyn al camarero. —Podemos esperar en el bar.
—No, no, no, — dijo él sonriendo de ella a la pareja. —La mesa es de cuatro. Pueden compartir y hacer amigos.
—Oh, no, está bien, — dijo Carolyn, encogiéndose ante la sola idea mientras su mirada se deslizaba sobre la joven pareja.
Ellos parecían estar en sus veinticinco años más o menos. El hombre era de cabello y ojos oscuros, con el buen aspecto moreno de un italiano. Él también estaba sonriendo levemente, con un brazo posesivo alrededor de la mujer, una curvilínea belleza de cabello castaño rojizo, que estaba mirando a Carolyn con un interés desconcertante.
Definitivamente de luna de miel, pensó con tristeza.
—No seas tonta. — La mujer sonrió de repente. —Estaríamos felices de compartir. Sólo estamos esperando a que nuestra mesa en el restaurante de al lado se habilite.
—Lo mismo ocurre con esta bella dama y su amiga, — anunció feliz el camarero, colocando los vasos y moviéndose para sacar una silla para Carolyn incluso cuando el otro hombre sacó una para su esposa.
Carolyn se rindió y dijo, —Gracias, — mientras se deslizaba en la silla.
Después de preguntar a la pareja lo que querían, el camarero se escabulló a por su orden.
—Bueno, esto es precioso, — dijo la mujer con un pequeño suspiro satisfecho y entonces le tendió la mano. —Soy Marguerite Argeneau.
—Argeneau-Notte, — corrigió el hombre con suavidad, pronunciándolo Ar-ge-neau-No-tte; la mujer parpadeó y luego se rió con vergüenza.
—Marguerite Argeneau-Notte, — admitió con ironía, y explicó, —Es nuevo. No estoy acostumbrada a ello todavía.
Carolyn consiguió esbozar una sonrisa y aceptó la mano que le ofrecía mientras la mujer continuaba. —Y este es mi maravilloso esposo, Julius Notte.
—Carolyn Connor. — Ella se aferró a su sonrisa cuando el hombre tomó su mano en un agarre firme y tibio, luego se echó atrás y se aclaró la garganta. —¿Luna de miel?
—Sí, — rió Marguerite entre dientes. —Pero hemos estado casados durante semanas. Ya debería haberme ajustado al cambio de nombre.
—¿Han estado aquí durante semanas?— Preguntó Carolyn con interés.
—Oh, no. Sólo llegamos hace un par de días, — dijo Marguerite. —Tuvimos algunos asuntos familiares que atender en Canadá antes de empezar nuestra luna de miel.
—Oh.— Carolyn parpadeó. —¿Eres canadiense?
—Lo soy. — Marguerita sonrió. —¿Tú?

—Sí, de Toronto.— Carolyn levantó su copa a sus labios, pero se detuvo y la bajó de vuelta al pensar que tal vez sería mejor cambiar a agua o Coca-Cola Light. Ella realmente no era una gran bebedora, y no quería acabar en el cuarto de baño junto a Bethany. Ese pensamiento le hizo girar su mirada hacia la dirección en la que su amiga había desaparecido mientras se preguntaba si debería ir a comprobarla.
                                    

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