viernes, 3 de junio de 2016

El Vampiro recio (The Reluctant vampiro)

                                                             
  El Vampiro recio. (Familia Argeneau)

  Libro 15º 

  Argumento:

¿Habrá encontrado esta inmortal por fin a su compañero?
La cazadora de renegados Drina Argenis (de la rama española de la familia Argeneau) ha sido muchas cosas a lo largo de su existencia como inmortal, pero guardaespaldas/niñera de un vampiro adolescente es algo nuevo. No obstante, existe un incentivo: el otro guardián vampiro, Harper Stoyan, podría ser su media naranja.

El problema es que, después de haber perdido ya a una compañera, Harper está resignado a estar solo. Y no está preparado cuando la sexy e impredecible Drina irrumpe en su vida para avivar sus pasiones. ¿Podrá Drina, con un poco de ayuda de su protegido, tentar a este reacio vampiro para darse una segunda oportunidad?  
  
Como veis esta familia tiene ramas española. Os dejo como siempre un fragmento de este libro y espero que lo leáis.

―Oh, tenía que darle esto. ―Drina secamente se limitó a tomar el sobre.
Alto, oscuro y grosero, enarcó una ceja, pero además de eso no reaccionó.
Drina sacudió la cabeza y abrió la carta. Era del tío Lucian, explicando que su escolta era Anders y que la llevaría directamente a Port Henry. Supuso que eso significaba que Lucian no confiaba en que Anders le diera esta información. Tal vez en realidad era mudo, pensó, mirando con curiosidad al hombre mientras deslizaba la carta en su bolsillo. Los nanos debieron haberlo previsto… a menos que, por supuesto, no fuera un problema físico sino genético. Sin embargo ella jamás escuchó hablar de un inmortal mudo.
― ¿No habla en absoluto? ― Preguntó finalmente.
Giró con una ceja arqueada en su dirección mientras conducía el vehículo por el camino junto a la casa, y se encogió de hombros. ― ¿Para qué molestarme? Lo estaba haciendo bastante bien usted misma.
Entonces... grosero, no mudo, pensó Drina, y frunció el ceño. ― Obviamente, todos esos cuentos que me conto la tía Marguerite sobre los encantadores hombres canadienses eran solo una exageración.
Eso hizo que pisara el freno, sacudiéndose alrededor para mirarla con los ojos muy abiertos. Y eran en realidad unos ojos muy hermosos, señaló distraída mientras él ladraba, ― ¿Marguerite?
― Querido Dios, habla de nuevo, ― murmuró con sequedad. ― Espere mi corazón está latiendo. No sé si sobreviviré a la emoción.
Con el ceño fruncido por su sarcasmo, él aflojó el pie del freno para avanzar a lo largo del camino de entrada hasta que llegaron a una puerta vigilada. Dos hombres salieron de un edificio pequeño al lado de la puerta saludando. Y de inmediato se dispusieron a abrir manualmente la puerta interior.
Una vez que Anders condujo la camioneta, se detuvo frente a una segunda puerta, mientras los hombres cerraban la primera. Luego desaparecieron de nuevo en el interior del edificio pequeño. Un momento más tarde, la segunda puerta se abrió por sí misma, e instó a su vehículo a seguir por un oscuro camino.
― Marguerite, ¿habló de algún hombre en específico de Canadá? ― Preguntó bruscamente Anders, cuando Drina se volvió para ver cerrarse la puerta detrás de ellos.
Ella enarcó una ceja, observando la tensión que ahora se advertía en el hombre. ― Ahora quiere hablar, ¿verdad? ― Preguntó divertida, burlándose, ― ¿Teme ser usted?
Él la miró con ímpetu, estrechando los ojos, ― ¿Lo soy?

Drina resopló, sabrochó su cinturón de seguridad, y mientras lo hacía murmuró, ― Si lo fuera, le gustaría que se lo dijera.

                                                                  

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