El Vampiro recio. (Familia Argeneau)
Libro 15º
Argumento:
¿Habrá encontrado esta inmortal por fin a su compañero?
La cazadora de renegados Drina Argenis (de la rama española
de la familia Argeneau) ha sido muchas cosas a lo largo de su existencia como
inmortal, pero guardaespaldas/niñera de un vampiro adolescente es algo nuevo.
No obstante, existe un incentivo: el otro guardián vampiro, Harper Stoyan,
podría ser su media naranja.
El problema es que, después de haber perdido ya a una
compañera, Harper está resignado a estar solo. Y no está preparado cuando la
sexy e impredecible Drina irrumpe en su vida para avivar sus pasiones. ¿Podrá
Drina, con un poco de ayuda de su protegido, tentar a este reacio vampiro para
darse una segunda oportunidad?
Como veis esta familia tiene ramas española. Os dejo como siempre un fragmento de este libro y espero que lo leáis.
―Oh, tenía
que darle esto. ―Drina secamente se limitó a tomar el sobre.
Alto, oscuro
y grosero, enarcó una ceja, pero además de eso no reaccionó.
Drina
sacudió la cabeza y abrió la carta. Era del tío Lucian, explicando que su
escolta era Anders y que la llevaría directamente a Port Henry. Supuso que eso
significaba que Lucian no confiaba en que Anders le diera esta información. Tal
vez en realidad era mudo, pensó, mirando con curiosidad al hombre mientras
deslizaba la carta en su bolsillo. Los nanos debieron haberlo previsto… a menos
que, por supuesto, no fuera un problema físico sino genético. Sin embargo ella
jamás escuchó hablar de un inmortal mudo.
― ¿No habla
en absoluto? ― Preguntó finalmente.
Giró con una
ceja arqueada en su dirección mientras conducía el vehículo por el camino junto
a la casa, y se encogió de hombros. ― ¿Para qué molestarme? Lo estaba haciendo
bastante bien usted misma.
Entonces...
grosero, no mudo, pensó Drina, y frunció el ceño. ― Obviamente, todos esos
cuentos que me conto la tía Marguerite sobre los encantadores hombres
canadienses eran solo una exageración.
Eso hizo que
pisara el freno, sacudiéndose alrededor para mirarla con los ojos muy abiertos.
Y eran en realidad unos ojos muy hermosos, señaló distraída mientras él
ladraba, ― ¿Marguerite?
― Querido
Dios, habla de nuevo, ― murmuró con sequedad. ― Espere mi corazón está
latiendo. No sé si sobreviviré a la emoción.
Con el ceño
fruncido por su sarcasmo, él aflojó el pie del freno para avanzar a lo largo
del camino de entrada hasta que llegaron a una puerta vigilada. Dos hombres
salieron de un edificio pequeño al lado de la puerta saludando. Y de inmediato
se dispusieron a abrir manualmente la puerta interior.
Una vez que
Anders condujo la camioneta, se detuvo frente a una segunda puerta, mientras
los hombres cerraban la primera. Luego desaparecieron de nuevo en el interior
del edificio pequeño. Un momento más tarde, la segunda puerta se abrió por sí
misma, e instó a su vehículo a seguir por un oscuro camino.
―
Marguerite, ¿habló de algún hombre en específico de Canadá? ― Preguntó
bruscamente Anders, cuando Drina se volvió para ver cerrarse la puerta detrás
de ellos.
Ella enarcó
una ceja, observando la tensión que ahora se advertía en el hombre. ― Ahora
quiere hablar, ¿verdad? ― Preguntó divertida, burlándose, ― ¿Teme ser usted?
Él la miró
con ímpetu, estrechando los ojos, ― ¿Lo soy?
Drina
resopló, sabrochó su cinturón de seguridad, y mientras lo hacía murmuró, ― Si
lo fuera, le gustaría que se lo dijera.
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